Mac Miller y Balloonerism: cuando las obras póstumas encuentran su lugar
El nuevo disco póstumo del rapero es el penúltimo episodio de una recuperación por la que han pasado desde Orson Welles hasta Kentaro Miura
Las obras póstumas tienen algo de espejismo. Son la última nota en una melodía que nunca llegó a completarse, una conversación interrumpida a la que otros intentan dar cierre, con mayor o menor acierto. A veces, parecen el epílogo perfecto de una trayectoria (Circles de Mac Miller, puro equilibrio entre la luz y la sombra), y otras, un proyecto que quedó en el limbo hasta que, por fin, encuentra la forma de materializarse.
El caso del rapero Mac Miller es particular porque, a diferencia de otros artistas cuya música póstuma ha sido editada, remezclada y publicada sin mucha claridad sobre sus intenciones, su legado ha sido tratado con sumo respeto. Su último álbum, Balloonerism, finalmente vio a mediados de enero de este año, una década después de su creación y exactamente dos días antes de lo que habría sido su 33º cumpleaños. Cualquiera que me conozca sabe que Miller es un artista de gran significación para mí. He estado digiriendo este “nuevo” disco y he pensado que era una buena idea reflexionar sobre este y otros artefactos póstumos.
Un disco que siempre estuvo ahí
Balloonerism no es un descubrimiento reciente ni una colección de descartes reciclados. Es un álbum grabado en 2014, en el periodo entre Watching Movies With The Sound Off y Faces, que Mac dejó en pausa a medida que su sonido evolucionaba. Según su colaborador E. Dan, muchas de sus canciones fueron el resultado de sesiones improvisadas que ocurrieron en apenas una semana. Mac habría considerado lanzarlo en varias ocasiones, incluso encargando su portada y debatiendo cuándo sería el mejor momento.
El anuncio oficial llegó en noviembre de 2024, durante el festival Camp Flog Gnaw, con una breve proyección que mostraba la portada y el mensaje "Soon". Semanas después, su equipo confirmó que la publicación se alineaba con la visión que Mac tenía para el disco.
Musicalmente, Balloonerism se aleja de los sonidos accesibles de sus primeros trabajos y se sumerge en una exploración más introspectiva, con claras influencias del jazz rap. Aunque algunas canciones circularon en Internet en versiones no oficiales, el álbum de estudio ha respetado la producción original, sin retoques innecesarios ni añadidos que desdibujen la esencia del material.
Entre los momentos más destacados está la única colaboración vocal del disco: "DJ’s Chord Organ", junto a SZA, un tema que Mac grabó utilizando un órgano que perteneció al legendario cantautor outsider Daniel Johnston. También hay un guiño a una de sus encarnaciones más oscuras, Delusional Thomas, que aparece en Transformations, marcando la primera vez que su alter ego es acreditado en un álbum oficial.
Además del disco, Balloonerism llegó acompañado de un cortometraje animado, Balloonerism: A Film Based On The Album By Mac Miller, dirigido por Samuel Jerome Mason, que adapta la imaginería del álbum en una historia surrealista sobre un grupo de amigos que, tras escuchar un acorde en un órgano mágico, son transportados a una dimensión paralela.
Despedidas inconclusas en la música
La publicación de Balloonerism pone sobre la mesa una de las grandes cuestiones que rodean las obras póstumas: ¿qué hacer con el material inédito de un artista cuando ya no está aquí para decidir? En este caso, todo apunta a que la decisión de lanzarlo fue tomada con la intención de respetar la voluntad de Mac, algo que no siempre ocurre.
Aaliyah, por ejemplo, dejó un vacío inmenso tras su trágico fallecimiento en 2001. Su último disco homónimo, lanzado poco antes de su muerte, sirvió como despedida involuntaria. Sin embargo, años después, con disputas legales sobre su catálogo de por medio, se anunció Unstoppable en 2022, un proyecto con colaboraciones contemporáneas de artistas como The Weeknd y Drake que generó más dudas que entusiasmo.
Lo mismo pasó con Jeff Buckley, cuya discografía quedó congelada tras su muerte en 1997. Sus grabaciones inconclusas fueron publicadas en Sketches for My Sweetheart the Drunk (1998), un álbum doble que, a diferencia de otros casos, se presentó tal y como él las dejó, sin intentar reconfigurar su sonido.
Y luego está Tupac, cuyo catálogo póstumo ha sido tan extenso que en ocasiones da la impresión de que su carrera nunca terminó. Desde R U Still Down? (1997) hasta Until the End of Time (2001), sus canciones han sido reorganizadas, remezcladas y relanzadas en múltiples formatos. Aquí, la duda es otra: ¿hasta qué punto estamos escuchando lo que él quería compartir, y hasta qué punto es simplemente una industria exprimiendo su legado?
Películas que resurgen tras la muerte
Si en la música la intervención póstuma suele venir de productores y ejecutivos, en el cine el desafío es aún mayor. Orson Welles pasó años tratando de completar The Other Side of the Wind, pero falleció antes de lograrlo. Más de cuatro décadas después, en 2018, la película fue montada y estrenada. La pregunta, claro, sigue sin respuesta: ¿realmente habría sido así como él la habría montado?
Otro caso emblemático es El Cuervo (1994), una película envuelta en tragedia. Durante el rodaje, Brandon Lee, hijo de Bruce Lee, murió accidentalmente debido a un fallo con una pistola de atrezzo. Para completar la película, se recurrió a dobles y efectos visuales. Lejos de sentirse artificial, la atmósfera oscura del filme absorbió esa ausencia, convirtiéndola en parte de su mito. Años después, se repetiría la historia con Carrie Fisher en El Ascenso de Skywalker.
Obras que sobreviven a sus creadores
En el mundo del cómic y el manga, el concepto de obra póstuma se vuelve aún más complejo. La historia de Berserk quedó en pausa tras la muerte de Kentaro Miura en 2021. Sin embargo, en lugar de dejarla inconclusa, su equipo de trabajo, Studio Gaga, junto a Koji Mori, decidieron continuar la historia basándose en las conversaciones y notas que el autor dejó.
En los videojuegos, la influencia de Satoru Iwata sigue presente en Nintendo, a pesar de su fallecimiento en 2015. Aunque no se puede hablar de "obras póstumas" en el sentido tradicional, su legado aún resuena en los proyectos de la compañía. Un ejemplo es Star Fox Zero (2016), donde su nombre aparece en los créditos como productor ejecutivo, dejando en claro que su impacto continuó más allá de su partida.
El dilema de la obra póstuma
Cada caso es diferente. Algunas obras logran completarse con respeto, manteniendo la esencia de su creador, mientras que otras terminan siendo meros productos comerciales.
Sin embargo, hay algo innegable en las obras póstumas: nos fascinan porque nos acercan a lo inconcluso. Nos obligan a preguntarnos cómo habría evolucionado un artista si hubiera tenido más tiempo, o si realmente habría querido que su trabajo se compartiera en su estado actual.
Balloonerism es una de esas raras excepciones donde la historia no se siente forzada, donde la música habla por sí sola y la decisión de lanzarlo tiene sentido. Pero no siempre es así.
El arte no muere, pero su significado sí puede ser moldeado por quienes lo reciben como legado. El resultado y las intenciones no siempre acompañan.
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Al igual que tú, Mac Miller ha sido un artista muy importante para mí, y por eso, esta reflexión me ha parecido valiosa. Si tengo que opinar, este disco no me llena de la misma forma que Circles, un álbum que conecta perfectamente con Swimming y donde todo parece encajar, literalmente, como un círculo.
Es inevitable aferrarnos a la obra de alguien que admiramos, incluso cuando lo nuevo no nos impacta del mismo modo. Sin embargo, si hay algo que realmente destaco de este lanzamiento, es la edición en vinilo, que me parece una verdadera maravilla.