Cartografías del exilio: La memoria y el desarraigo en la cultura pop
De Alimentar a los fantasmas a Silent Hill 2: Identidad rota y memoria que duele
Hay historias que no quieren quedarse quietas. Historias que se niegan a morir porque viven en la memoria de quienes las cuentan. Historias que atraviesan generaciones y países como sombras que nunca terminan de disiparse. Alimentar a los fantasmas, de Tessa Hulls, nes un mapa emocional del desarraigo, una exploración de la identidad fragmentada y la herencia que marca a tres generaciones de mujeres chinas. La memoria, el exilio y el silencio son las fuerzas que sostienen esta historia.
Pero Hulls no está sola en este viaje. En el cómic, Keum Suk Gendry-Kim y Craig Thompson también han convertido la memoria en un territorio de conflicto. En el cine, Wong Kar-Wai y Hirokazu Kore-eda han contado historias donde el tiempo no avanza, sino que se repliega sobre sí mismo. En los videojuegos, Silent Hill 2 y Disco Elysium han transformado la psique humana en un mapa roto que el jugador explora, reconstruyendo recuerdos a cada paso.
En esta entrega de Cápsula de Escape, navegamos por las cartografías emocionales del exilio, buscando respuestas en las sombras que habitan la memoria.
Alimentar a los fantasmas: Mapas emocionales del desarraigo
Tessa Hulls no es una autora convencional. Es más fácil encontrarla cocinando en Alaska o recorriendo el Ártico en bicicleta que en una firma editorial. Ese espíritu errante impregna Alimentar a los fantasmas, un cómic nacido de la necesidad de contar una historia que se negaba a morir. Es el relato de su abuela Sun Yi, perseguida tras la revolución comunista china, de su madre Rose, marcada por el exilio y la enfermedad mental, y de ella misma, que pasó años escapando de la historia familiar antes de enfrentarse a ella.
La estructura del libro refleja ese viaje caótico y emocional. Hulls lo abordó como un rompecabezas sin bordes, dibujando fragmentos en desorden hasta que todas las piezas encajaron. "Si dibujaba en orden, mi estilo habría cambiado demasiado con los años. Necesitaba que el libro se sintiera cohesionado a pesar del tiempo que tardé en completarlo", explicó en una entrevista reciente. El resultado es un cómic donde el dibujo no busca replicar la realidad, sino traducir el trauma y la memoria en imágenes.
El espacio en blanco se convierte en silencio, en todo lo que no se dijo. En una familia marcada por el exilio, el silencio es una herencia tanto como el apellido. En Alimentar a los fantasmas, Hulls explora cómo la identidad se construye en la tensión entre el recuerdo y el olvido, y cómo la memoria se convierte en un exilio en sí misma.
Si quieres profundizar más, puedes leer el artículo completo de El Periódico de España.
Raíces de Ginseng y La espera: Memoria dibujada, identidad fragmentada
En Raíces de Ginseng, Craig Thompson se sumerge en su infancia en los campos de ginseng de Wisconsin, explorando la relación entre hermanos y la identidad cultural a través del vínculo comercial entre China y Norteamérica. Thompson dibuja la memoria como un terreno ambiguo, un espacio donde la culpa de la clase trabajadora y las raíces culturales se entrelazan. La estética introspectiva y emotiva de Raíces de Ginseng convierte el recuerdo en una experiencia sensorial y visceral.
Por otro lado, Keum Suk Gendry-Kim explora el trauma de la división de Corea en La espera. La obra mezcla las experiencias de la madre de la autora con testimonios reales de familias separadas por la guerra civil y la frontera que dividió el país. Con un dibujo en blanco y negro de delicado lirismo, Gendry-Kim refleja la ausencia y el dolor de generaciones que crecieron con el vacío de una identidad fragmentada. La historia explora el desarraigo físico y emocional, y los silencios que habitan en el corazón de las familias.
Cine: El tiempo como prisión de recuerdos
En el cine, pocos han contado la memoria y el desarraigo con la elegancia de Wong Kar-Wai. 2046 (2004) es un recuerdo que se repite una y otra vez, en bucle, como si el protagonista estuviera atrapado en un momento que nunca ocurrió del todo. La cámara se esconde tras espejos y pasillos, observando desde lejos, atrapando a los personajes en encuadres que parecen jaulas. El tiempo no avanza, se repliega sobre sí mismo, convirtiendo la nostalgia en una condena.
Hirokazu Kore-eda explora la memoria familiar con una sutileza que duele. En Still Walking (2008) y After the Storm (2016), las casas familiares son mausoleos donde el tiempo se detuvo. Los personajes no pueden escapar de las ausencias que llenan cada rincón, de los fantasmas que habitan las habitaciones cerradas.
Denis Villeneuve convirtió la memoria en un lenguaje alienígena en Arrival (2016). La protagonista no recuerda el pasado ni imagina el futuro. Lo experimenta todo a la vez, atrapada en un tiempo que no avanza. La historia de su pérdida se despliega en fragmentos que el espectador debe reconstruir, como quien recuerda un sueño que se escapa al despertar.
Videojuegos: Mapas emocionales y fantasmas digitales
En Silent Hill 2 (2001), el protagonista, James Sunderland, recorre una ciudad abandonada en busca de su esposa muerta, pero lo que encuentra son sus propios miedos y culpas manifestados como monstruos. La ciudad es un mapa de su mente rota, un reflejo de su duelo y arrepentimiento.
What Remains of Edith Finch (2017) convierte una casa familiar en un mausoleo lleno de recuerdos que acechan a cada paso. Cada habitación es un relato de muerte y pérdida, un fragmento de una historia que el jugador debe reconstruir.
En Disco Elysium (2019), la memoria es una maldición. El protagonista es un detective amnésico que reconstruye su identidad a través de sus decisiones y diálogos. Pero cuanto más recuerda, más dolor encuentra. La ciudad de Revachol es un espejo roto de su mente, un reflejo distorsionado de sus errores.
Cartografías del exilio: Mapas rotos y fantasmas que no se van
De Alimentar a los fantasmas a Silent Hill 2, de 2046 a Disco Elysium, la memoria y el exilio han creado algunas de las historias más desgarradoras y humanas de la cultura pop. Son relatos de identidades rotas, de pasados que no quieren morir, de fantasmas que se niegan a marcharse.
Porque al final, todos llevamos dentro un hogar que ya no existe. Somos nómadas en busca de un lugar que solo habita en la memoria.
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