Cómics de verano para sobrevivir al verano
Tebeos de temática estival para sobrevivir al calor, la rutina y a Instagram. No estas sol@, hermano@
La calle es como una jungla, así que llama a la policía. Días de pereza, de reflexión, de playa o de oficina con aire acondicionado polar. Días a los que encontrar el sentido, días que parecen una broma pesada. Los únicos refugios posibles a esta despótica canícula son la ingenuidad o la ficción. Si tienes muchos veranos a tus espaldas, solo hay una escapatoria. Cápsula de Escape Summertime te acompaña en el tránsito hacia una realidad más civilizada y con pantalones largos. Aquí va mi lista de cómics de verano para el verano. Copas de yate.
Diez cómics de verano para el verano
Rubia de verano, de Adrian Tomine
Ostento orgulloso la medalla de ser el primer divulgador de cómic español que escribió sobre Adrian Tomine, en aquel lejano El Planeta, auspiciado por César, de Fulgencio Pimentel. Todo el angst y la incertidumbre de una época en la que el hedonismo y la sensualidad no eran la normal ni el común denominador. Pocas veces el tedio y la rutina se han retratado de una manera tan certera y elegante. La broma definitiva fue cuando aprendimos que el sofisticado y cool autor que imaginábamos detrás de todo esto era, en realidad, uno más de nosotros, pobres mortales.
Aquel Verano, de Mariko y Jillian Tamaki
Me pilló fuera de edad y toda lógica, pero tengo que decir que este coming of age pluscuamperfecto sigue siendo uno de los cómics más bonitos, emotivos y mejor dibujados con los que me he encontrador. Que sí, que si peinas canas y estás fuera de los parámetros vitales en los que se mueven las protagonistas, este tebeo no debería de ser para tanto. Pero, precisamente, lo es, y ahí está el temazo.
Un verano en las dunas, de Seth
El Seth más asequible y menos relamido es el que se permite darse un garbeo por su adolescencia (allegedly) o la de alguien muy parecido a él. Un artefacto interesante como contexto de un autor imposiblemente obsesivo en su proceso creativo al que, manteniendo una exquisitez formal que nadie le había pedido, se muestra más cercano que nunca. Y más allá de eso, hay un desarmante relato de juventud que, como casi todo lo que hace el canadiense, no tiene fecha de caducidad.
Un verano Diabolik, de Smoldereen y Clérisse
Abandonarse a la evidencia de que lo francobelga, aunque nos repatee, mantiene un nivel de perfección e interés por encima de la media a poco que se lo proponga. Y cómo son, cómo son de cool! malditos! Hasta el más tremendo enemigo de nuestros vecinos tirafresas se rendirá ante esta maravilla popera que juega con el thriller y los descubrimientos a un nivel completamente deslumbrante. Ya les vale.
Un verano insolente, de Rubén Pellejero y Dennis Lapière
Todo lo que se cuente sobre Tina Modotti es poco, y a partir de ahí, todo lo demás. No voy a venir aquí a contaros mi devoción por México y su cultura popular, porque quien me conoce ya lo sabe, y quien no, pues le da igual. Un equilibrio perfecto entre historia y ficción con un Rubén Pellejero inmenso. El momento histórico que cuenta es apasionante. La forma en que lo cuenta, no le va a la zaga.
Cruel Summer, de Ed Brubaker y Sean Phillips
Ha llegado un momento en el que ya ni dudo a la hora de leerme cualquier cosa que saque este tándem incombustible. Lo hemos dado por hecho y parece facilito, pero un día nos daremos cuenta de lo bárbaro que es que un guionista y un dibujante se conjuren para parir non-stop y de manera sistemática excelentes obras de género negro y adyacentes sin bajar el nivel en ningún momento. Ojo a esta saga ochentera y generacional, que te deja sin aliento.
Tokyo summer of the dead, de Siichi Kugura
Si piensas que tu verano en la ciudad es jodido, pinsa cómo sería si le añades un brote zombie. Colegialas, un Tokio desesperante y zombis japoneses son la receta perfecta que necesitas y no sabías que necesitabas. Que los japoneses lo hacen mejor, más sencillo y más adictivo lo teníamos claro. Este manga es una demostración.
Paul va a trabajar este verano, de Michel Rabagliati
Fulgencio Pimentel inició su andadura con esta maravilla de Michel Rabagliati. Como les pasa a menudo, sus ganas de hacer muchas cosas y de estar a la última hicieron que Paul y Rabagliati se quedasen por el camino hasta que Astiberri decidió rescatarle. Entrar en el universo preciosista y de proximidad de este personaje es un placer que, desgraciadamente, tiene menos predicamento del que merece. Si estás hasta el pirri de calor y solana, este viaje al frondoso Canadá te resultará balsámico, hazme caso.
La chica a la orilla del mar, de Inio Asano
Hay pocas obras que permitan entender la querencia por lo turbio y el talento para convertirlo en algo irresistible que caracterizan a Inio Asano. La adolescencia alienada, el sexo casual con distintos niveles de escandalera y una profunda amargura existencial que traspasan la página pueden parecer ingredientes facilitos, pero ya te digo yo que no lo son. De la etapa más tremenda de un autor que te rompe la cintura cual crack brasileño. Inio, no estoy seguro de querer ser tu amigo, pero te digo sin lugar a dudas que la vida sin tus mangas sería un poco (bastante peor). Un besito.
-Son diez, pero podrían ser más. Son los míos, pero no tienen por qué ser mejor que los tuyos. Te falta este o aquel: bien por ti. A mí, lo siento, me da igual. Amor. Respeto. Cariño. Piedad.
Cuídense, nos vemos por aquí la semana que viene.